viernes, 14 de junio de 2013

La guía para cumplir 20.


Creo que en la vida tenemos puntos de reflexión. Son estos los lapsos en los que paras el auto, pones el freno y te detienes a recordar: lo bueno, lo malo, lo divertido, lo loco, lo doloroso, lo que fue y lo que nunca llegó a ser. Espacios en los que reparas los dañado, aprendes de tus errores y tratas de no volver a cometerlos.

Cuando cumplí dieciséis años tuve uno de estos puntos de evaluación: me graduaba de la escuela, me fui a vivir sin mis padres a otra ciudad y debía empezar un nuevo periodo en mi vida donde solo yo sería la responsable de mi vida. Punto donde llegué a la conclusión que mi vida debía encarrilarse de otro modo, pero ahora creo que es hora de nuevamente mirar hacia atrás. 

Hace meses, a medida que esta fecha se acercaba pensaba cada día en lo que ha pasado por mi vida en estos años; por supuesto me ha invadido una nostalgia gigantesca al descubrir con horror el ocaso de mi adolescencia y mi entrada a la vida adulta. Pero ante todo sentía quizás que habían cosas que necesitaba experimentar antes de dejar de lado mi vida irresponsable y despreocupada, por ello me tomé la tarea ayudada por unas cuantas amigas de hacer una lista de cosas por hacer.

Encontrar veinte cosas locas que hacer antes de cumplir veinte no fue sencillo (no es que yo me caracterice por ser muy cuerda) y cumplirlas mucho menos. Hubieron cosas que no cumplí -por supuesto- como también hubieron cosas locas que ni siquiera estaban en aquella lista. Sin embargo, llegado determinado momento entendí que no eran veinte cosas locas las que yo debía hacer para sentir que había vivido lo suficiente antes de mis primeras dos décadas, sino que mas bien lo que debía encontrar era que podía rescatar de todas las tonterías que he hecho durante todos estos años.Por eso como un pequeño regalo a mi misma y quizás a alguien más que pueda servirle, me propuse hacer este pequeño escrito sobre las veinte lecciones aprendidas en veinte años.

Las veinte cosas que aprendí antes de cumplir 20.

  1. Se tu mismo, no importa cuanto eso no le gusté a los demás y ante todo aprende a tener criterio propio.
  2. No intentes complacer a todos, al fin y al cabo siempre habrá alguien que no estará de acuerdo contigo. 
  3. Aprende a perdonar y a perdonarte, esa es la única forma de poder avanzar. 
  4. Ríete de ti mismo.
  5. No dejes nada inconcluso.
  6. Enamórate y deja que rompan el corazón.
  7. Adquiere algún vicio y déjalo. 
  8. No te calles lo que piensas ni lo que sientes. 
  9. Llora de vez en cuando, no solo de tristeza o de felicidad sino simplemente porque si. 
  10. Encuentra algo que te apasione y vive para ello. 
  11. No hagas planes a futuro, nunca se cumplen.
  12. Si te gusta alguien dile, total te corresponda o no por lo menos lo intentaste. 
  13. Aprende que nada dura para siempre, pero que durará cuanto deba hacerlo. 
  14. Ten días malos y enójate con el mundo.
  15. Baila, besa, canta, ríe y grita tanto como quieras, que lo hecho no te lo quita nadie. 
  16. Recuerda que nadie es indispensable. 
  17. Guarda un secreto para siempre.
  18. No esperes nada de nadie.
  19. Quiérete. 
  20. Nunca crezcas, total todavía puedes ser inmaduro algunos años más. 

viernes, 15 de febrero de 2013

A usted,


Tengo mal carácter, soy mimada y quisquillosa. También tengo delirios de grandeza, ataques de egocentrismo y muchas veces no existe concordancia entre lo que quiero y lo hago. Sobra decirle que a su vez soy orgullosa, llena prejuicios y altamente voluble, pero si es capaz de amar a esta mujer que le presentó, entonces, podrá con toda certeza acceder mi otra cara, la apasionada. 
Si hay algo de lo que realmente me siento segura es que de una forma u otra sé a ciencia cierta que quiero. Sin embargo el problema de fondo no es si el saber que querer sino que a mi no me gusta querer, me gusta que me quieran, y eso es porque el saberte querido te da seguridad y libertad. Ha de ser por ello que me paso la vida huyéndole a las ataduras y peleándome conmigo misma por ser un ser libre e independiente, un ser sin peso si se le quiere ver. 
Mi amor (filial, fraternal, erótico y romántico) es selectivo. Últimamente te das cuenta que un te quiero rara vez es sincero y un te amo certero es cada vez más escaso, y en mi mundo de quereres son sin lugar a dudas expresiones casi que mitológicas. Pero cuando mi amor quiere, quiere sin lógicas rayando en lo obsesivo. Quiere en términos prácticos poseer, porque es quien posee aquel que tiene el derecho sobre la vida del poseído y es por ello que es el único que se reputa libre. 
Tiene quizás, tintes de miedo implícito. Es posible que quizás dentro de mi afán posesorio se encuentre mi otro yo asustado sabiendo que le gustaría ser víctima y no victimario, y que le gustaría atarse. Si hurgo más adentro de mis pensamientos fluctuantes quizás también llegue a la conclusión de que como todo ciclo de violencia ese quien quiere poseer alguna vez fue poseído, sufriendo en carne viva a un poseedor desalmado como aquel en el que yo misma me he convertido. Porque es quien posee, quien deja en libertad pero quien con eso te ata incluso de forma más permanente. 
Existen amores imborrables, quereres desbocados que jamás encontraron un final. Los hay también ilógicos, incomprendidos y solitarios. Pero puedo afirmar que ninguno marcara para siempre y que la huella de un patrón anterior puede borrarse cuando se acepte a uno nuevo. Entonces, te das cuenta que lo tuyo no es la libertad y la fluctuación sino en sí el miedo a dejar ir. Porque el alma es irracional, la conciencia es traicionera y el corazón es masoquista. 
Así que en sí advierto, que todos en algún momento fuimos víctimas y que todos en algún momento seremos victimarios, y que es por ello que no existe diferencia más que el ser  violento y ser violentado. Ese es el origen del caos. El origen mismo de la dualidad y la explicación más ordenada que puedo darle a usted sobre mis comportamientos auto destructivos, irracionales y que tanto usted reprocha, se trata de la mitad de mi que le asusta su oscura presencia. Porque debe usted saber, que los seres luminosos tenemos miedo de los agujeros negros. Más sin embargo, si usted me dice ven, yo iré, porque lastimosamente mi alma irracional, mi cerebro traicionero y mi corazón masoquista se han entregado ya a usted, y es mi cuerpo ahora quien le pide lo siguiente: "tómeme entre sus manos".